Manolo Pinichi se inició en el oficio en el Bar Vicente, frente al Ayuntamiento. Desde aquí montó su propio establecimiento en el Punto en el año 1965. Primero en una casa antigua que luego derribó para construir un local más acorde al sello de calidad que quería imprimir a su cocina. Sobre él situó su propia vivienda, lo que le permitió una dedicación constante al negocio al que entregó su vida.

Él fue quien creó el arroz con perdiz, hoy tan imitado. Un plato que venían a probar desde toda España. Por las mesas de su restaurante pasaron políticos, artistas, toreros, empresarios y muchos alcalareños que hicieron de su barra cita cotidiana y de su comedor escenario de las alegrías que la vida les regalaba. El suyo fue un restaurante señero, pero también un lugar de tertulia, de dominó y de retransmisiones de los toros y el fútbol. Por el pasaron los poderosos y también personajes populares llenos de gracia. Y Manuel, siempre presente, ejercía más de anfitrión que de empresario.

En su cocina no había trucos, ni artificios. Calidad en el producto y sabiduría de la antigua en los fogones. Buena materia prima y fuego lento. Desde la hora del desayuno el olor a guiso que despedía su cocina era de una rotundidad que aún en estado gaseoso tenía propiedades nutritivas. Lo suyo era una cocina, y él un cocinero; no el laboratorio del que ahora presumen los que se hacen llamar "restauradores" aunque no hayan tocado una pintura en su vida.

Si fuera de Alcalá era admirado, en su ciudad además era querido. Recibió de ella uno de los mayores reconocimientos a los que puede optar un alcalareño, fue rey Melchor de la Cabalgata en el año 1994.Tuvo tres hijos, Pilar, Manuel y Joaquín y disfrutó muchos años de la alegría de su mujer, Luisa Saavedra. Su muerte, hace dos años, fue un golpe durísimo para Manolo.

Manolo Pinichi, era de Jesús y de Curro. Sentía pasión por los toros y devoción por Curro Romero. Su restaurante estaba lleno de cuadros y fotos del diestro, que acudía con frecuencia a "lidiar" con la pringá y el arroz de Manolo. Cada Jueves Santo llenaba su patio de mujeres y de flores, que una cuadrilla, capitaneada por su querida esposa Luisa, convertían en la petalada para la Virgen de la Socorro. Él recompensaba su esfuerzo con bandejas de croquetas, sonreía al ver la escena y en su cara se dibujaba el gesto plácido y sereno que identifica a los hombres buenos.

El responso por su alma será hoy viernes en el Tanatorio de Alcalá a las 19:30