El prólogo de la presentación lo puso el médico José María Rubio Rubio, tío del pregonero y cuyo nombre contiene, la certeza de la belleza de sus textos y de la evocación de su voz.
Alcaide definió su pregón como un villancico y así quedó engarzado en el acto con las dos interpretaciones que hicieron los alumnos de 4º de Secundaria y de 6º de Primaria. Su disertación fue, como él dijo, la de quien vuelve a su casa, el colegio en el que fue alumno y el que pintó con el trazo sencillo de los recuerdos infantiles, la Arcadia feliz, en la que roturar la patria que le ha acompañado ya siempre. Las primeras oraciones, las primeras historias, el primer acercamiento a la literatura en la voz de un profesor, las diapositivas de la vida de Don Bosco, tan recordadas por toda una generación, la de los alumnos de los 80. Un tiempo en el que “anduvimos muy cerca de la vida verdadera”.
En el colegio y en consonancia con su casa aprendió Juan una de las lecciones que dejó su pregón y con las que cumplió con su vocación de profesor: “hoy anunciamos una gran fiesta, pero para celebrarla hay que saber bien qué se celebra”. No es otra cosa, dictó el pregonero, que el Nacimiento de Dios, el momento en el que la palabra eterna se hace carne por nosotros.
Y eso ocurre en el “Belén de Alcalá” en el que Alcaide fue colocando figuritas. El Castillo en lo más alto, las montañas levantadas con albero en lugar de corcho y José y María buscando un refugio que finalmente encuentran en una cueva bajo el Castillo desde la que el Misterio alumbra Alcalá. “Nace el Niño Jesús y nos invita a nacer con él”. La luz tira de nosotros hacia ella. Un belén con sus reyes que aparecieron en las palabras del pregonero en hermoso recuerdo de la noche de ilusión infantil vivida en un hogar caldeado por la certeza de Dios.
Juan abrió sus recuerdos para evocar los de todos, pero también rescató olvidos. El de una palabra recuperada este año en el contenido de los mensajes de la Iglesia, “digo misericordia y digo amor y perdón”. Fue el momento para el aplauso merecido a instituciones que la aplican con los demás: hermandades, Caritas, San Juan de Dios, Cabalgata…. Y a su vez, “pronuncio misericordia y digo educación” también aquí el belén del pregonero se iluminó con las luces del agradecimiento a la labor educativa del centro, a la de todos los docentes que “hoy más que nunca, en un mundo rápido y cambiante, movido por las redes sociales” donde se les ofrece el peligro de los falsos profetas.
El final de la disertación fue una carta a los reyes magos, aprovechando su presencia en el acto. Unas peticiones que Alcaide resumió en rogarles “ganas de crecer sin tener miedo”.
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