Actualidad - 29/03/2017
La construcción se ha convertido en muy poco tiempo en una seña de identidad local ampliamente reconocida y
El Puente del Dragón cumple diez años convertido en icono de la ciudad
Autor:
Alberto Mallado
El Puente del Dragón cumple diez años convertido en icono de la ciudad
El Puente del Dragón ha cumplido diez años desde su inauguración. Y parece que siempre ha estado ahí. En este tiempo se ha convertido en un icono de la ciudad, en una de sus principales señas de identidad. Con esa idea fue concebido y el objetivo ha quedado cumplido en un plazo de tiempo corto.

La inauguración oficial fue el 28 de marzo de 2007. Esa jornada se planteó como una gran fiesta para que los ciudadanos se acercaran a conocer su nuevo puente. Era también un día de gloria para el alcalde, Antonio Gutiérrez Limones, principal valedor de su construcción y beneficiario también de un corte de cinta que luego rentabilizaría electoralmente.

La necesidad de crear un nuevo paso sobre el río Guadaíra era un planteamiento que llevaba años formulándose. Era clave para aliviar el tráfico de la ciudad e imprescindible para articular una ronda de circunvalación. Luego llegó la crisis y la ronda quedó incompleta. Pero el gobierno local quiso ir más allá y no limitarse a una estructura que salvara el río sin más. Querían un nuevo icono de la ciudad, una imagen del nuevo tiempo de Alcalá que resumiera y diera una estampa de postal a la transformación urbana operada en los años del gobierno de Limones. El lugar era especial y delicado, por la afectación a la imagen del Castillo bajo cuyos pies se asentaría. Hubo un concurso de proyectos y la decisión se decantó a favor del que mejor cumplía ese requisito. A favor de una obra que lucía el marchamo de ser el primer puente figurativo del mundo. Una calificación a la que se le otorgó entonces la calificación de nuevo atractivo turístico.

El proyecto ganador fue presentado por Iñigo Barahona y José Luis Manzanares Japón con el nombre de “El Guardián del Castillo”. Esa era la filosofía de la construcción a la que sus creadores dieron hasta un contenido mítico. El dragón surgía del cerro del Castillo para protegerlo. Y el puente tenía efectivamente forma de dragón, algo que sin duda llamó la atención desde el principio. La estructura en sí es sencilla. Son dos arcos completos y otros dos medios arcos, situados al principio y al final. Uno de ellos es la cola del dragón y el otro la cabeza del animal mitológico. Los arcos se apoyan en ambas orillas sobre dos puntos que asemejan las patas.

Al dragón los dibujan los colores. Su graduación reproduce el lomo del animal y los rasgos de la cabeza que se presenta con la boca abierta y con una especie de melena. Bajo el tablero en el parque que se asoció a su construcción se dibuja un fondo marino. Hay estrellas de mar, buceadores, algas y peces. Las escaleras que dan acceso al viandante simulan un descenso cada vez a mayor profundidad a dicho fondo marino.

Todo ello se logró con un revestimiento de teselas cerámicas. Se empleó para ello la técnica de trencadis, que creara Antonio Gaudí y con la que dio perfiles por ejemplo al Parque Güell de Barcelona. Las piezas de cerámica de colores aparecen partidas en trozos de tamaños variables y colocados sobre un fondo de cemento. Los azulejos se compraron a la fábrica sevillana de Mensaque. Son los últimos que hizo antes de cerrar y están elaborados con las mismas técnicas empleadas desde la Edad Media. Los mismos colores del puente, son los que pueden verse en los zócalos cerámicos del Alcázar de Sevilla por ejemplo. Incluso hay partes en las que se han empleados azulejos con los tradicionales dibujos simétricos árabes, que corresponden a partidas sobrantes que quedaban en la fábrica trianera. En total 4.500 metros cuadrados de azulejos. El viaducto tiene en sí 123 metros de largo y 22,5 de ancho, con dos carriles en cada sentido y aceras transitables.

El dragón fue también el centro de una amplia transformación urbana que mejoró el acceso a la ciudad, abrió las puertas al Teatro Auditorio Riberas del Guadaíra y sumó una nueva zona verde a la ciudad, bajo el mismo puente. Un espacio que posiblemente sea actualmente el más utilizado del parque. En cuanto al tráfico que era la justificación de su construcción ha supuesto un alivio, pero quizás no tanto como el esperado. En buena medida porque la ronda de circunvalación se quedó parada al llegar a la carretera de Dos Hermanas y no ha llegado a construirse la conexión con la carretera de Utrera.

El puente también tuvo sus detractores, a muchos no les gustaba la ubicación y planteaban que era un añadido artificial en un lugar vinculado con la historia de Alcalá. Justo al contrario que sus defensores y promotores que citaban el Castillo para darle sentido, esgrimían que el puente deterioraba la imagen de la fortaleza con un añadido artificial.

Pero el puente triunfó entre el público desde el principio, las críticas dejaron pronto de oírse y la gran mayoría se mostró encantada con él. La prueba es que el Puente del Dragón comenzó a ser un “personaje” del ideario colectivo alcalareño. La gente lo citaba como una de las cosas que los foráneos deben ver en su ciudad, su imagen se extendió por rótulos de bares, sellos de correos, camisetas, logotipos de entidades y asociaciones, trofeos deportivos, bolsas para el comercio, cuadros y hasta por alguna pañoleta de caseta de feria.

En sólo diez años se ha creado una seña de identidad ampliamente reconocida por los ciudadanos.

 

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