Ese primer libro es una pieza sólida y delicada a la vez. Fraguado con los materiales sutiles con los que Marina Perezagua está trazando una carrera literaria que, a pesar de su no muy extenso recorrido, (cuatro obras editadas), ya ha pasado la linde de la promesa para asentarse como una de las referencias relevantes de la literatura en español.

Varias coincidencias felices, alumbraron un primer buen augurio para la librería. Perezagua, sevillana, que vive en Nueva York desde hace 14 años, andaba por aquí de promoción de su última novela; existía un contacto y todo se remató con la gentileza de la autora. Los impulsores de Término aceleraron las fechas previstas y para este jueves el espacio estaba dispuesto. Sólo faltaban los libros, Marina Perezagua trajo el primero y se invistió de madrina del proyecto, regalando un testimonio literario exquisito, un rato de charla alrededor de sus libros y sus personajes, de su vocación por la escritura y hasta de sus costumbres y manías a la hora de afrontar la blancura, ahora pixelada, de la hoja inaugural de una obra.

Ella puso el primer libro, la primera piedra de unos muros que pronto se harán firmes paredes enladrilladas de lomos de colores, apretados para fraguar un dique de letras e historias tras el que protegerse de la ignorancia y la vulgaridad.

Ya de momento, Perezagua esparció por este espacio una rociada de bálsamo literario. Con la introducción y el soporte en forma de preguntas del crítico literario Daniel López García, (alcalareño, más que destacado en su ámbito profesional) la autora avanzó la propuesta, cargada  de atracción desde el enunciado, de su última novela Don Quijote de Manhattan. Una traslación de los personajes de Cervantes al Nueva York contemporáneo, una ciudad que Don Quijote recorre con el seso sorbido en esta ocasión por la lectura de la Biblia y acorazado con un disfraz de C3PO, con Sancho a su lado ataviado de Ewok, como muestra de adaptación a su nuevo medio. Una obra cargada de metaliteratura, humor, reflexión y visiones de la actualidad por citar sólo cuatro de los condimentos de la compleja, y sabrosa, receta de la novela.

Hubo preguntas del público, el interés de un chico de 16 años que siente la vocación de la escritura, sugerencias a la autora para próximas obras, curiosidad por asomarse a su universo creativo y por conocer hábitos y herramientas de trabajo y un consejo de la autora que se antoja valiosísimo: “se trata de tener unos personajes y darles vida con sinceridad, dejarlo que él te pida lo quiere decir, lo que quiere hacer y no escribir pensando en un lector concreto”.

Un anticipo de lo mucho que puede aportar a Alcalá este Término que han roturado Mariano Cruz y Antonio García.Una librería literaria con espacio también para tomar un café, o una copa de vino. Un lugar habilitado para despejarlo y hacer veladas literarias o presentaciones, con un espacio reservado para talleres y actividades.

Y, como siempre el poder de la literatura para explicar las cosas y trazar paralelas. En palabras de Marina Perezagua, “abrir una librería hoy día es una empresa quijotesca”. Bendita locura.