la concentración industrial de Alcalá tiene su origen en los años 60 en la creación del Polo de Desarrollo en este entorno y su crecimiento en paralelo a la carretera de Málaga. La evolución sin demasiado orden y sin las infraestructuras adecuadas dio lugar a una concentración de polígonos un tanto caótica y sin las dotaciones necesarias. A mejorar esta realidad se aplicó el Ayuntamiento desde 1995 hasta 2000 y tras invertir más de 18 millones de euros de fondos europeos y cargar a los empresarios con una parte importante de las obras, los polígonos mejoraron su aspecto y mejoraron sus dotaciones de forma notable. Esa labor que permitió durante los años de bonanza la atracción de numerosas empresas. Pero la crisis y la crítica situación económica del Ayuntamiento alcalareño amenazan con deteriorar las mejoras logradas en su día. Un ejemplo son los dos puntos limpios situados en las zonas industriales. Están construidos y listos para su uso desde hace más de un año pero no arrancan. Desde la Federación de Industriales y Comerciantes de Alcalá (FICA) se ha reclamado en varias ocasiones su puesta en marcha y temen que se deba a la falta de fondos para su gestión.

También están paralizados otros grandes proyectos que se anunciaron en su día como el futuro de la industria de la zona. Entre ellos el tranvía que pasará por la trasera de los polígonos o la variante de la A-92 entre Alcalá y Sevilla que convertiría el trazado actual en un gran bulevar comercial.

Más allá de grandes proyectos, la realidad cotidiana de estas zonas industriales tiene la misma música de la economía andaluza. Hay muchas naves cerradas, porque las empresas que albergaban han desaparecido. Y los carteles de se vende o se alquila surgen con la misma facilidad que los jaramagos en las parcelas sin urbanizar. Pero igualmente grave es la situación que pone de manifiesto el presidente de FICA, Carlos García. La mayoría de las empresas que siguen activas lo hacen con menos trabajadores. Son muchas las que han despedido a varios empleados y la disminución de la actividad es palpable en las calles. Uno de los bares del polígono Alcalá X es un buen termómetro de la situación. También ellos han visto caer su volumen de clientes. No se trata sólo de los que no están. Los que resisten en su puesto han bajado el presupuesto. Cada vez abundan más las tarteras para el almuerzo y  como consecuencia el consumo de menús a mediodía ha descendido de forma notable. La situación es generalizada. Pero en medio de lo malo hay algo positivo. Alcalá tiene un sector empresarial muy diversificado y no existe un sector concreto que tenga un peso específico suficiente para afectar de forma masiva a todo el conjunto.

Caen por igual las pequeñas empresas o los talleres de autónomos, que las grandes empresas. Han cerrado enseñas de la industria local como Flex y han realizados eres empresas como Vidriera Rovira o Roca. Han  caído empresas fuertes como Urende o Polanco y pequeñas naves centradas en la venta. La consecuencia es que la ciudad se enfrenta a la cifra de paro más alta de su historia, alrededor de 12.000 personas en las listas del desempleo en una localidad de 70.000 habitantes.

Grandes y pequeñas padecen los que se pueden denominar “males modernos de las zonas industriales”. Los robos son continuos y generalizados. Desde cableados que dejan a las calles sin luz (detrás de Polysol no hay luz desde agosto) hasta arquetas, rejillas o cualquier elemento de mobiliario urbano. También son frecuentes los robos en el interior de las empresas, sobre todo en los patios de las mismas. Cualquier elemento metálico que se deposite en ellos y quede a la vista está condenado a desaparecer. Y en varios casos de empresas sin actividad se ha llegado al desmantelamiento de las mismas para llevarse cualquier elemento o material susceptible de venta.

El panorama de cierres y ralentización tiene otras consecuencias. Comienzan a surgir polígonos “fantasmas”. Zonas urbanizadas y preparadas para acoger una actividad que no llega. Es el caso de los ubicados en La Venta de la Liebre o la carretera de Mairena. También hay grande pastillas de suelo vacías en Cabeza Hermosa.

Más allá de los problemas “macroeconómicos”, desde FICA se considera que hay cuestiones en las que la administración local podría “ayudar”. Es el caso de la homogeneización del servicio de recogida de residuos. Ahora cada polígono tiene que contratar el suyo, pero FICA considera que la Mancomunidad de Los Alcores podría dar un servicio conjunto  que le generaría ingresos y que podría realizar con sus mismos recursos en horario distinto a la recogida urbana. También reclaman la mejora en la conexión entre los polígonos que en el caso de la carretera entre Polysol y Piedra Hincada está sólo a falta de recepción por parte del Ayuntamiento.

En la lista de quejas de los empresarios figura la subida del IBI que en el próximo pago se elevará un 30 por ciento, la falta de un punto único de atención al que puedan dirigirse los empresarios para solucionar sus problemas o la intención del Ayuntamiento de cobrar tasa de entrada de vehículos a la naves industriales como si fueran cocheras urbanas.

Frente a esta realidad el Ayuntamiento sitúa dos grandes proyectos que tendrían una gran capacidad de generación de riqueza. Se trata del Parque Tecnológico con la Universidad Pablo de Olavide y el Parque Logístico que se plantea como “principal nudo logístico del sur de Europa”. Pero ambos proyectos están por ahora paralizados. Por ahora el Ayuntamiento sólo tiene intención de “reactivar la gestión concertada con propietarios y empresarios de dentro y fuera de la ciudad para poner en movimiento las fases de análisis, definición, planeamiento y demás actividades que son previas al desarrollo propiamente dicho”. Por lo que su concreción parece lejana, aunque sería una excelente noticia para la localidad ya que su desarrollo supondría la implantación en el municipio de 2.400 nuevas empresas que crearían más de 35.000 nuevos empleos, según los datos municipales.