La contabilidad del alcalde es la siguiente. Las empresas ubicadas en término de Alcalá tienen una facturación anual de alrededor de 2.000 millones de euros. Con el aumento de un 1% en la subcontratación que hacen de bienes y servicios a las empresas locales, generarían para la economía local un movimiento de 20 millones de euros a repartir fundamentalmente entre las pymes y los autónomos. Si la subcontratación entre el entramado empresarial local, de las propias empresas de Alcalá creciera un 10%, el movimiento sería de 200 millones de euros al año más de ventas para las pymes. Según Gutiérrez Limones, esto supone "una inyección mayor de la que cualquier iniciativa pública pueda llevar a cabo".

Los números pueden ser más o menos reales, sobre todo porque relacionan dos variables que poco tienen que ver. De un lado, el crecimiento de la cuantía económica de las subcontrataciones, un dato numérico; y de otro la voluntad de esas empresas para adquirir sus bienes y servicios en Alcalá por una cuestión que tiene que ver con criterios intangibles, como la solidaridad con el entorno o la responsabilidad social (otro término político, en este caso utilizado para "rogar" a las empresas patrocinios o contrataciones de lugareños).

Los números pueden cuadrar, pero la causa que los origina puede que no. Resulta difícil pensar que en la era de las comunicaciones, donde la gran mayoría de empresas tiene página web, haya una gran empresa que no sepa cuál es la pyme que fabrica la pieza que necesita más barata. No ya en Sevilla o Andalucía, sino en el mundo. Y si la pieza más barata está en Alcalá seguro que la está comprando aquí ya. Por tanto resulta complicado que la "sinergia" crezca mucho más de lo que ya es capaz de generar. Es difícil que vaya más allá de una gasolinera junto a una gran empresa de distribución o de algún bar en un polígono de nueva creación.

La otra alternativa es lograr que surjan nuevas empresas para atender la demanda de las grandes corporaciones "tractoras". Aquí tenemos otro problema y es la dificultad (sobre todo en términos de financiación) de las pymes para poner en marcha una iniciativa empresarial que sea capaz no ya funcionar en un contexto muy complicado, sino de "robar" clientes a empresas con larga experiencia.

Tal vez el discurso de la sinergia y el conocimiento mutuo tuviera sentido hace 20 años, cuando se inició la acertada línea de acción de rehabilitación de los polígonos, pero ahora parece que no da más de sí.

Todo lo anterior es discutible, pero en lo que parece que desde luego se equivoca el alcalde en es que el aumento de subcontratación interna puede ser una inyección mayor que la de cualquier iniciativa de las administraciones. Hay una iniciativa pública, municipal, que está en manos del Ayuntamiento y que es de igual o mayor calado. Consiste, simplemente, en que el Ayuntamiento pague sus deudas. El remanente de tesorería que arrojan las cuentas de la administración local es de 44 millones de euros. Ese dinero corresponde sobre todo a deudas con proveedores. Por tanto, en el caso de pagarse se pondrían en circulación entre las pymes locales alrededor de un dos por ciento del volumen de facturación anual de las empresas de Alcalá. Con ese dinero además de aliviar deudas pendientes, las pymes podrían acometer proyectos de inversión para convertirse en suministradoras a mayor escala de las grandes empresas de la ciudad.

Algún empresario a la espera de cobro del Ayuntamiento, podría alegar al alcalde una ecuación económica simple y sencilla: "quieres sinergia, pues paga".