Me cuenta mi abuela Salud, evocando unos días que amarillean en el ángulo más protegido de la memoria, que en la Alcalá de sus anhelos, esa que ha llegado a nosotros en un blanco y negro cuarteado, los alcalareños solían bajar hasta el Perejil y, aprovechando el chorro limpio y continuo de su fuente, llenaban los botijos rodeados de panaderos y de sus mulos, bestias que bebían las mismas aguas que sus dueños. Llegaban hasta allí, entre faena y tarea,  pisando adoquines del Conde de Guadalhorce con un caminar pausado y sereno, allí se sentaban al fresco, allí charlaban, comentaban y pasaban los breves ratos de ocio enterándose de las cosas que había que saber. De esta manera, apenas sin darse cuenta, se ponían al día, acababan informados de un modo y de otro, esto es: lo oficial por el periódico, lo extraoficial por el mentidero.

Sepan que en aquellos foros abiertos, en aquellos mentideros (había otros en nuestro pueblo), se hablaba de asuntos graves o triviales, pero no se cotilleaba; rumores y cuchicheos tenían cabida de sobra en interminables jornadas, en un almacén de aceitunas o manoseando pan. Allí no se chismorreaba, se hablaba de cosas serias o fútiles, qué más da, lo bueno es que se hablaba y lo mejor es que, también, se callaba; se hablaba… y se callaba.

Tanto ha cambiado la vida del pueblo, el ritmo de las pisadas de sus ocupantes, las miradas tranquilas de sus ojos, que resulta difícil imaginar un lugar como aquellos en estos tiempos disparatados en los que el propio tiempo, sin brújula, se ha perdido.

Pero, asumida esta realidad presente, no debemos dormirnos y soñar con el recuerdo, despertemos y démosle cuerpo al nuevo mentidero que hoy nos regala  Guadaíra Información,  qué mejor lugar para encontrarnos, un lugar donde, como antaño, nos enteraremos de lo que nos hemos de enterar y, apenas sin darnos cuenta, nos pondremos al día, acabaremos informados y, aprovechando el foro que nos abre de par en par este nuevo periódico, entre todos, lo mismo acabamos, incluso, mejor formados. 

 Mientras encontramos el tiempo perdido que nos permita volver sin prisa a la fuente clara y sentarnos al fresco en la sombra, nos podemos reunir a charlar y comentar lo que se tercie en nuestro nuevo mentidero, cada uno en su rincón,  todos acompañados por la luz azulada de una pantalla reflejada en nuestra cara en la que, después de informarnos bien, podremos volcar nuestras ideas sobre Alcalá y su actualidad. Vamos a poder opinar, tenemos a nuestra disposición una oportunidad para mejorar, aplaudamos y alabemos cuanto lo merezca, critiquemos y denunciemos lo reprochable. El luminoso foro recogerá todas las charlas y podremos compartir lo grave o lo trivial, lo fútil o lo serio, qué más da, lo bueno será que, después de leer en silencio, hablaremos.

 Sean todos bienvenidos.