Como profesor universitario, actualmente en la etapa de júbilo, me coge fuera de todo raciocinio, que en la segunda quincena de mayo los alumnos hagan una huelga de quince días, por dos grandes motivos. 1) Los días consignados para tan “noble empresa” coinciden con el final de las clases lectivas, período en el que se “cierra” el temario y se dan pistas sobre los exámenes. 2) Tendrán que reprogramarse las fechas de los segundos parciales y finales, que terminaban en la primera decena de julio.

Consecuencias: habrá menos holgura entre exámenes (menos tiempo entre uno y otro); los profesores pondrán las notas definitivas más tarde (hasta el 25 de julio las pueden poner); y el tiempo de estudio para los que tengan que presentarse en septiembre se reduce.

A uno le parece desde la distancia, que los que han convocado la huelga o no son estudiantes universitarios o les da igual aprobar o no aprobar (los del suspenso o “no presentado”). Además de poner al profesorado en un dilema. ¿Qué hacen?, ¿dan el temario por terminado y excluyen las últimas materias de los exámenes? o bien,  ¿exigen todo el temario y que el alumno estudie el resto por su cuenta?, ¿dónde se imparten las tutorías, precisamente en el período con mayor número de consultas?

Sólo a título de ejemplo, en la asignatura que mayor número de cursos he impartido en la Facultad de Económica, Análisis Contable, durante el curso se van explicando las distintas esferas del Análisis separadamente, para, entrando mayo, realizar ejercicios integradores de todas ellas. Si esta última parte del programa no se imparte, se condena, en primer lugar al alumno, porque la posibilidad de que en cualquier entrevista de trabajo para un puesto de economista le pongan un ejercicio de este tipo es altísima, seguramente por encima del 80%. Luego, lo condenas de por vida al paro o lo obligas a buscar en academias de alto coste ese conocimiento. En segundo lugar, pones en evidencia a la Facultad. He presenciado que algunas que son “más permisivas” con los contenidos, a sus alumnos lo eliminan “per se” en los procesos de selección.