La Feria de Alcalá de este año ha sido una de las más multitudinarias de los últimos años. Mucho público y muy buen ambiente. Un éxito. Un gozo ver así el real de San Juan. Personas de todas las edades, familias, niños, grupos de amigos o de compañeros de trabajo, todas las combinaciones de asistencia.  Una Feria tranquila. También de noche.

Quienes han ido lo han hecho a disfrutar. También los jóvenes, sobre todo los jóvenes. Los propios policías, que conocen el paño, respiraban tranquilos el sábado por la noche a la vista de que el ambiente y el personal no inspiraba desconfianza, ni pregonaba posibles peleas o jaleos. Las familias y la gente de mayor han recuperado la noche, que durante un tiempo fue territorio vedado en la Feria para ellos.

Si hay público de todas las edades, el empuje en la asistencia está sobre todo en el arco de edad que va de los treinta a los cuarenta y tantos. Son la generación que recuperó la Feria. Por encima de esa edad la fiesta perdió a muchas personas en los años de aquellas tórridas ferias de finales de junio y ya no ha vuelto a recuperarlos. Por debajo los exámenes limita a muchos jóvenes el gozo de la Feria.

Por el lado de los alcalareños la Feria suma en asistencia cada año. Por el lado de los foráneos no. Falta que esta fiesta se convierta en polo de atracción para visitantes de fuera. Pero es cierto que para eso primero tienen que llenarla los nativos. Parece que el camino se va andando.

Con este resultado el debate sobre el cambio de fecha ha quedado olvidado. ¿Para qué cambiar lo que funciona? Pero cabe preguntarse precisamente si la buena afluencia no es precisamente argumento para el cambio. Uno de los factores que más ha influido en la amplia participación ha sido la temperatura. Ha sido perfecta. De noche hacía hasta algo de fresco fuera de las casetas. Menos grados: más gente, más flamencas, más caballos. Es pura matemática. Así que ¿por qué no alejar la Feria del calor todo lo que se pueda? No parece que vaya a cambiarse la fecha. No hay estado de ánimo para hacerlo, la encuesta realizada a los socios de las casetas tampoco apunta por ahí. Pero el “monstruo” del calor será siempre una amenaza sobre una Feria que este año ha evidenciado que puede ser una de las señas de identidad de la ciudad y un motivo de orgullo “patrio” (si el calor no lo impide).