Manuel Antonio Seda Hermosín, cristiano de profunda fe y comprometido con la Iglesia y la sociedad, es Adorador Honorario del Santísimo Sacramento de la Sección Adoradora alcalareña, hermano de las Hermandades Sacramentales alcalareñas de Nuestro Padre Jesús Nazareno, y de La Amargura, así como de las Hermandades sevillanas de las Penas y del Silencio.
Es un testigo fiel de Jesucristo. Profesionalmente es Notario de Sevilla, y como tal, en su quehacer diario colabora asiduamente con el Arzobispado de Sevilla, con las Hermandades de la capital y con numerosos conventos de religiosas, asesorando y dando forma documental pública a las necesidades de estas instituciones. Su especial sensibilidad hacia los discapacitados y hacia los niños, le lleva a colaborar habitualmente con la Fundación Aequitas (fundación del notariado para ayuda a la discapacidad), y de la sevillana Fundación Tutelar TAU, igualmente especializada en atención a discapacitados, una de cuyas sedes radica en Alcalá de Guadaíra, ciudad de la que es Rey Melchor 2016.
En la respuesta a la entrevista que le ha realizado, Francisco Burgos Becerra (Rey Melchor 2010), miembro del Consejo Directivo de la Sección adoradora de Alcalá de Guadaíra, están las claves de lo que será su Exaltación Eucarística. A continuación se detalla el contenido de la misma:
¿Qué supone para usted exaltar la Eucaristía?
Supone ante todo un honor, un privilegio y un reto difícil de afrontar. Exaltar a Jesús en la Eucaristía requiere profundidad y serio compromiso cristiano.
¿Cuáles serán las líneas maestras de su Pregón?
Tendrá tres partes fundamentales: en la primera recordaré el Corpus de mi infancia, de la mano de mis abuelos; en la segunda, rememoraré el primer Jueves Santo de la historia, día en que Jesús instituye la Eucaristía; y en la tercera hablaré de María, la Virgen, como primer Sagrario del mundo.
¿Cuál cree que es hoy día el papel de las Hermandades y Cofradías en nuestra sociedad tan secularizada?
Las Hermandades juegan un papel decisivo en nuestra sociedad actual y representan una gran oportunidad. Juegan un papel decisivo porque constituyen una sólida barrera, una fortaleza amurallada para contener la secularización. Y a la vez representan una gran oportunidad para la Iglesia, pues deben aspirar a ser un gran semillero de cristianos cada vez más profundos, más comprometidos y mejor formados.
¿Piensa que tiene sentido, precisamente en el contexto de dicha sociedad, la Adoración al Santísimo Sacramento?
Sin lugar a dudas. La adoración del Santísimo es signo de maduración en la fe. San Juan Pablo II lo dijo claramente: el cristianismo debe distinguirse hoy, sobre todo, por el arte de la oración. ¿Cómo no sentir entonces la necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa ante Cristo presente en el Santísimo Sacramento?
¿Qué diría a los jóvenes para que se acerquen a las Hermandades, a la Iglesia, a Jesús Sacramentado, a la Adoración Nocturna…?
El mensaje de Jesús es intemporal, imperecedero, perpetuo. Predica la verdad y justicia real y profunda en todos los órdenes. Las Hermandades, la Adoración Nocturna, el culto a Jesús Sacramentado, son instrumentos al servicio de esa Verdad. Acercarse a cualquiera de ellos, o a todos porque no se excluyen, es la vía apropiada para construir en la tierra un mundo mejor y preparar el camino para la eternidad a la que estamos llamados.
La revista “Iglesia en Sevilla” le dedicó recientemente el apartado “La sal de la tierra” y destacaba en rojo lo que, sin duda, será el mensaje de su Exaltación: “La fe madura es aquella que baja la mirada desde la imagen titular de tu hermandad, hasta el Sagrario”.
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