Según explican los comerciantes de la zona, la forma en la que se ha llevado a cabo la peatonalización del centro ha complicado de forma excesiva las posibilidades de llegar en coche a esta zona o a sus inmediaciones. A diario escuchan comentarios de sus clientes que inciden en este mismo sentido: “hay que ver lo complicado que es ahora llegar al centro”, “he dado mil vueltas y no he encontrado un hueco donde aparcar un momento” o “cuando los autobuses estaban en la Plazuela era más fácil llegar”. Frente a esta situación, los comerciantes plantean la siguiente pregunta: “¿son tontos esos usuarios y por eso no ven las mejoras?”.

La regulación del tráfico para el entorno elegida por el Ayuntamiento se basa en el precepto de lograr que sea fácil salir de la misma y resulte complicado entrar en ella. De hecho las entradas se han limitado a dos: la calle la Plata, con el complicado giro de la calle Sor Emilia y la calle Gandul. Mientras que como salida se habilitan las calles San Sebastián, Alcalá y Orti, Pescadería, Nuestra Señora del Águila y Pérez Galdós.

Para los comerciantes, la peatonalización del centro supone un día a día de obreros conectando tuberías y deshaciendo obras ya ejecutadas, incomodidades, falta de público o manchas negras incrustadas en el pavimento, que poco después de colocarse presenta un aspecto sucio y desagradable. Y afirman no entender “cómo se puede peatonalizar una zona sin dotarla previamente de las infraestructuras necesarias”.

Para reclamar soluciones al Ayuntamiento han iniciado un campaña de información con el lema “Y ahora, el no del señor alcalde” e iniciado movilizaciones como la llevada a cabo en el último Pleno municipal. Según afirman, estas protestas no constituyen “un acto de rebeldía porque estemos contrariados en cuestiones sin importancia. No se trata de un pulso. No es un juego, ni un ardid de matiz político”.

Al Ayuntamiento le reclaman mejoras concretas para la zona, “porque no estamos dispuestos  a permitir los mismos errores que han matado el proyecto de la Plaza de Abastos”. En este caso, el Ayuntamiento se niega por ejemplo a colocar una parada de autobús en la puerta como estaba previsto en principio con el argumento de que una vez que llegue allí no tiene sitio para dar la vuelta.