Tras las elecciones catalanas del 27-S, Ciudadanos ha salido fortalecido como partido y como opción política que pretende la “regeneración” no solo de Cataluña sino de toda España. Es de agradecer este empeño y la mano tendida a otros partidos para hacer esto posible. En cambio, la esperanza que significa Ciudadanos en Cataluña contrasta con lo que pasa en Andalucía y en nuestra Alcalá. El apoyo indirecto de Juan Marín a la socialista Susana Díaz se presenta como la otra cara de la moneda del apoyo a la popular Cifuentes en la Comunidad madrileña. Cuesta entender que un partido “regenerador” apoye a un partido que ha hecho de Andalucía una red clientelar durante más de 30 años. Pero más cuesta entender a Ciudadanos de Alcalá, un partido que se formó al estilo del “ejército de Pancho Villa”, que apenas hizo campaña electoral en las municipales y que logró dos concejalías más por las marcas “Ciudadanos” y “Albert Rivera” que por méritos propios de su lista electoral. Todo esto se podría disculpar por las necesidades del momento. Pero su bochornoso comportamiento en el pleno inicial , su apoyo al Limonato sin dar ni siquiera una explicación racional y la indigencia intelectual y retórica de sus líderes ya no es tan disculpable. Esto último, ha hecho que en perspectivas de la previsible salida hacia el Congreso del actual alcalde, la opción “regeneracionista” de Ciudadanos en Alcalá sea un chiste de mal gusto. Lo publicado recientemente en ABC con respecto a la contratación como asesor del candidato “fantasma” por dicho partido en Dos Hermanas, no hace más que confirmarlo.
Esta dicotomía entre las esperanzas nacionales y las decepciones locales es algo ya secular en España. Así lo quiso ver Pío Baroja en su novela César o nada (1910) donde cuenta la rápida ascensión (y caída) de un presunto regenerador en la España del caciquismo. César Moncada, así se llama el protagonista, se propone cambiar la vida de un pequeño pueblo zamorano derrotando a los caciques del lugar. No duda en hacerse conservador, luego liberal y andar con tratos tanto con clérigos reaccionarios como con avanzados republicanos. Como un “Albert Rivera” a lo “cirujano de hierro” según Joaquín Costa, manifiesta que: “Yo quitaré todos los obstáculos y las fuerzas saldrán a su vida, que es la acción. Este pueblo, luego otros, y después España entera…” Sin embargo, no resultará más que un charlatán más, un arribista con ínfulas de héroe popular. Su modo de actuar en la política local lo explica a su amigo sin titubeos: “En esos primeros escalones de la política, o hay que tener mucha suerte o hay que andar como los saltamontes, de aquí para allá. Ése es el punto de arranque en que todas las mediocridades ambiciosas se unen contra el que manifiesta talento…La política española es como un estanque; un trozo de madera fuerte y densa se va al fondo; un pedazo de corteza o corcho o un haz de paja se queda en la superficie. Hay que disfrazarse de corcho”.
Si no cambiara la situación en Ciudadanos en Alcalá, me temo que solo será un corcho, ni siquiera un disfraz de corcho, en el estanque podrido de la política alcalareña.
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