El planteamiento es sencillo y tiene mimbres para su desarrollo. La Ribera del Guadaíra constituye un elemento único en el área metropolitana que tiene un enorme potencial de atracción de público del entorno más inmediato asociado a actividades en auge como el turismo activo o el vinculado al medio ambiente. Por otro lado, los atractivos naturales se complementan con elementos patrimoniales de gran interés: los molinos y el Castillo, son sus referencias más destacadas, pero también los Puentes Romanos y del Dragón. Para completar el panorama está la creación en los últimos años de importantes infraestructuras que pueden tener un importante desarrollo en el apartado turístico. El Teatro Auditorio Riberas del Guadaíra, el Centro de Interpretación de la Naturaleza (ahora sin uso) o la Antigua Harinera, (rehabilitada pero que no se ha puesto en marcha aún).

Efectivamente, la situación es mejor de lo que nunca ha sido. Ahora falta el aprovechamiento de todo lo que existe. Para ello el Ayuntamiento ha diseñado lo que ha dado en llamar “catálogo de oportunidades”, que presentó ayer lunes a empresarios de la localidad. Se trata de una recopilación de los recursos existentes y de sugerencias de oportunidades de negocio.

Esas oportunidades se ofrecen enfocadas a públicos concretos. Están las familias que quieren pasar su tiempo de ocio en un entorno natural; las personas que salen a comer los fines de semana en busca de espacios atractivos; los deportistas que practican el turismo activo; los grupos que participan en actividades educativas, culturales, deportivas o de naturaleza y por último el turismo de reuniones y convenciones.

Para cada uno de estos grupos se ofrecen propuestas y se plantea el aprovechamiento de las infraestructuras del entorno o la creación de otras nuevas. Así se describen como posibles inversiones el uso de la Casa de Bombas en la Retama como restaurante especializado, la gestión de la Antigua Harinera y del Centro de Turismo Sostenible junto al IES Albero; el uso del molino de Vadalejos como punto de partida de actividades de turismo activo o la instalación de un quioscos de nueva creación en el entorno del Puente del Dragón y en el parque infantil de Oromana.

Junto a ello se cita también la posibilidad de usar como recursos el Teatro Auditorio, que se quiere abrir a su aprovechamiento como espacio de convenciones y congresos o la Biblioteca. También figuran como dotaciones en las que ubicar servicios edificios como el Centro de Interpretación del Castillo, la Casa Ibarra o Villa Esperanza. Para la concesión del quiosco en el entorno del Puente del Dragón y para el Centro de Turismo Sostenible se aportan incluso las condiciones concretas para su concesión.

Este planteamiento para el desarrollo del turismo en la localidad busca su “clientela” por un lado en la tan nombrada área metropolitana. Un millón y medio de personas con necesidades de ocio para el fin de semana. Pero también se abre a otros sectores, como el turismo de congresos o el propio viajero que acude a Sevilla capital. Alcalá podría ser un microdestino dentro de la visita a la capital sevillana, una visita de una jornada dentro de una estancia más amplia, según la idea del concejal de Turismo, José Manuel Rodríguez.

Esta nueva formulación turística parte con mejores mimbres que otras ya realizadas para Alcalá, porque las infraestructuras son más y también lo son las hectéreas del Parque de Ribera. Se hacen planteamientos razonables y asequibles por la inversión privada y se facilita la creación de nuevos negocios desde el Ayuntamiento. El entorno del río nunca ha estado más lleno de gente, la estampa del Puente del Dragón los fines de semana es la prueba más evidente. Además el proyecto cuenta con la voluntariosa labor del concejal de Turismo y su visión clara de que el turismo por el turismo no sirve; tiene que dejar recursos en la localidad.

Sin embargo, siguen sin resolverse cuestiones en las que anteriormente han tropezado los proyectos turísticos de la localidad. El mal estado de edificios como Villa Esperanza o la Casa Ybarra, recogidos en el catálogo como recursos, de propiedad municipal, pero actualmente abandonados a su suerte. La amenaza de episodios de contaminación en el río Guadaíra. El mantenimiento de edificios como los molinos. La vigilancia que evite que lo restaurado se destroce al poco tiempo como ocurrió en el Molino de Vadalejos o como lo que ocurre sistemáticamente en el Castillo.