No por ser tan citada no es menos acertada la frase de Marx que afirmaba que en la historia los hechos se repiten dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa. Pero en la actual política alcalareña esto parece ser al contrario: primero fue la farsa de aquel fantasmagórico “pacto de la regeneración” tras las elecciones municipales de mayo; ahora estamos ante la tragedia del “pacto de la resignación” que permite la supervivencia del Limonato.
No se puede negar que el alcalde y sus escuderos son insuperables en esto del juego político y a las pruebas me remito. Han logrado en pocos meses revertir una situación de “estado de sitio” que vivía el PSOE local tras las elecciones. Han logrado, a finales de 2015, atraerse a la mitad de Alcalá Puede-Podemos y a las dos concejalas de Ciudadanos. Es indudable que la vieja “izquierda orgánica” (que representa el PSOE) conoce perfectamente la administración (y también sus covachas) de la España democrática desde su mismo nacimiento a finales de los 70. Frente a ella, apareció al albur de la crisis económica y política actual el movimiento ciudadano materializado en el 15-M. Los herederos de aquella “Spanish Revolution” fueron en Alcalá una “izquierda adanista” dividida entre Alternativa Alcalareña y Alcalá Puede-Podemos. Ambos se las prometían felices en las municipales de mayo de 2015. Junto al PA y al también exitoso Ciudadanos podrían arrinconar al Limonato. Pero hete aquí que de un tiempo a esta parte dos concejalas de Alcalá-Puede han roto con Podemos y votan junto al PSOE. Lo mismo ha ocurrido con las “regeneradoras” de Ciudadanos, que excepto en el caso de la polémica de la cementera, han unido su suerte a la del PSOE. La vieja política ha ganado por los puntos a la “nueva política”. Entre dos aguas han quedado AA unida a IU y Lola Aquino y los suyos, que se han quedado huérfanos de partido tras el enterramiento en septiembre del PA. Justamente ese mes nacía Asamblea por Alcalá, que enarbola los principios asamblearios, ecologistas y sociales propios de una “nueva izquierda” sin proletariado. En cuanto al PP, ¿qué decir? pues simplemente hacer creer lo que no son: una alternativa viable en la actual Alcalá. De estas aguas revueltas y confusas ha conseguido su resurgir el Limonato. Por tanto, albricias para Gutiérrez Limones y sus escuderos por su trabajo, propio de ser merecedores, si existiera, del galardón “Príncipe de Oro” que otorgaría la Academia Maquiaveliana de Florencia
Este ejemplo de fagocitación política ya lo ha conocido la política alcalareña, concretamente a finales del siglo XIX, en la época de la Restauración. En 1886 los republicanos alcalareños, que se presentaban como la alternativa democrática y popular ante los caciques conservadores y liberales, formaron una coalición para presentarse unidos en las elecciones generales. No se consiguió lo esperado, pero parecía marcarse una tendencia para luchar contra la “vieja política”. Un año después, en las elecciones locales de 1887 los republicanos alcanzaron 8 de las 15 concejalías y más tarde lograron la alcaldía. Sin embargo fue un espejismo, ya que en pocos meses volvían los de siempre al poder, en gran medida, porque los concejales republicanos (tanto los moderados o “posiblistas” como los radicales o “federales”) rompieron su unidad y acabaron integrándose dentro los viejos partidos.
¿Les suena? Terminamos como empezamos: con lo dicho por Marx sobre la tragedia y farsa en la historia. Lo que ya parece que pasará a la historia será el Limonato 1.0 cuando su hacedor pase a ser diputado nacional el 20-D. Sin embargo, lo ha dejado “todo atado y bien atado” para que el Limonato continúe sin Limones. El garrote dado a los que se decían ser “regeneradores” dará paso a su, al parecer, heredera “susanista” que liderará el Limonato 2.0. ¿Qué será, tragedia, farsa o ambas cosas? ¡El Limonato ha muerto! ¡Larga vida al Limonato!
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