Sentenciaba de esta forma el gran Valle-Inclán por boca de Max Estrella —mítico personaje— hace casi un siglo:

MAX.— La tragedia nuestra no es tragedia.

DON LATINO.— ¡Pues algo será!

MAX.— El esperpento

Cien años han pasado desde que el esperpento definiera, como única forma posible, la trágica situación de España a comienzos del siglo XX.

Veníamos de veinticinco años en los que dos partidos —Conservador y Progresista— se turnaban cómodamente, eternizándose en el poder. Un cuarto de siglo tejiendo una malla irrompible. Una red de clientelismo servil, de toma y daca, de pucherazo barato y caciquismo cortijero. Y todo en pro de la calma, para apaciguar, porque si no vendría un militar y... Pero pasó que llegó el mal olor, y el cuerpo corrupto del Estado empezó a cantar. Y, antes de que triunfara algún general, los de siempre se reunieron y dirimieron que había que cambiar. Y se escuchó: "Regeneración". "Pero, señores, desde dentro; no vayamos a perder el sillón".

¿Y esto fue hace un siglo? Pero, ¡si seguimos igual! Todo es lo mismo. Es la misma casta con otros nombres, el mismo bipartidismo con otras siglas. Y encima, ahora, cuando el olor a podrido de tanto corrupto ya no se puede aguantar, vuelven a plantearnos la solución,  la palabra mágica: regeneración. ¡Hombre, por Dios!

Y es que lo nuestro ya no es tragedia, es algo más.

 Pero, y mi Alcalá, en medio de todo este fangal, ¿dónde está?

Pues precisamente ahí, en medio, y aún más atrás. Y en sus calles, por estas fechas, ya se empieza a escuchar un tanguillo de carnaval:

Más de cien años llevamos ya

con el mamoneo

y sabemos que no acabará

ese mangoneo.

Desde Cánovas hasta Mariano,

desde Alfredo hasta el mismo Sagasta

todos llegan con cetro en la mano,

cogiendo la pasta

con mucho descaro y en el nombre de la Democracia,

con "mu" poca gracia,

mientras crece la lista del paro,

redistribuyen nuestra riqueza

empezando por primos y hermanos.

Pero, ¡ay, qué pereza!:

los extraños dan mucho trabajo,

Así que al carajo,

aquí lo dejamos.

 

Y ya pueden ver,

treleré, treleré, hay que ver:

que no es una tragedia lo nuestro,

que es el esperpento.

¡Que es el esperpento!

Pero, ¿y Alcalá?

¿También está en esto?

 

Dicen que tardan los presupuesto(s).

Y los que quieren no pueden cobrá(r).

Los comerciantes no están contento(s);

el tráfico lento.

Y el río no tiene quien lo lave.

 

¡Anda ya, hombre, con el lamento!

Si en el pueblo “to” el mundo lo sabe:

¡Que no es tragedia lo de Alcalá!

¡Que aquí vivimos en Carnaval!

 

Pero dicen que la deuda es “fina”

y que se ha estropeado el invento.

Y no es ningún cuento

que te exigían una propina

por pintar tu casa,

arreglar o cambiar las persianas;

una triste guasa.

Y más cosas todas las semanas.

Pero dicen que es algo distinto,

aquí no hay turnismo

sino un gran cortijo

conocido como El Limonato.

Pero da lo mismo,

la oposición tampoco está mal,

tiene su asiento en el aparato.

 

Pero… déjalo ya, yo qué sé;

ya está, échale pimienta y sal.

Si en el pueblo “to” el mundo lo ve:

¡Que no es tragedia lo de Alcalá!

¡Que aquí vivimos en Carnaval,

en Carnaval, en Carnaval, tracatrá!