Cuando parecía que el verano se había deshecho por el camino en frescos pedazos otoñales, llegó un agosto tardío a asestarnos una pedrada de 40 grados para recordarnos que el inicio de curso no es cosa liviana; y amenaza la canícula con quedarse envolviendo a los membrillos.
Es época de proyectos y propósitos, pero también de reinicio y de recuperaciones de materias pendientes. Comprobado que ni siquiera el clima ayuda en el retorno, es hora de saltar con ganas de la cama antes de que el sol se encarame en los balcones para que te pille trabajando ya el bufido ardiente de nuestro astro.
Hay mucho por hacer, aunque sigue habiendo poco que ofrecer. Muchos seguirán en septiembre trabajando en busca de trabajo y otros, no muchos más que los primeros, retomarán lo que soltaron, vencidos por las ganas de la ida, en el cajón de la vuelta.
Los que, a la vuelta, acabamos de abrir el cajón, andamos ahora intentando ordenar un revoltijo de papeles entre chirridos de articulaciones desengrasadas para ir separando lo que quedó pendiente de lo que quedó en proyecto.
Del mismo modo, en Alcalá, la maquinaria —conocida como democracia— encargada de mover en bloque a nuestro pueblo dejó cosas pendientes a final de curso; además de un patio desvencijado. Quedaron materias pendientes que, ahora, también entre chirridos oxidados, el artilugio deberá recuperar al tiempo que pone en marcha proyectos prometidos. Eso, al menos, cabría esperar de un curso político como el que empieza, con unas elecciones locales por delante, mucha leña que cortar y mucha peña que ordenar.
Estamos en septiembre y todos son buenos propósitos. Estaría bien que las buenas intenciones quedasen traducidas en un trabajo esforzado y machacón del aparato político alcalareño y que, igual que quienes vamos engrasándonos mientras recuperamos retrasos y relanzamos proyectos, vaya sacando adelante materias pendientes y nuevos planes.
Y puede el Consistorio hasta elegir por dónde empezar. El caso es empezar. Hay varias asignaturas pendientes y muchas ideas que proyectar.
Está pendiente la materia del presupuesto. Curioso el paradójico engranaje democrático que hace que los socialistas sean criticados por los populares, criticados los primeros por querer aprovecharse de una ley hecha por el jefe supremo de los segundos. Traicionera servidumbre de partido; y aún los de arriba decidirán a su antojo si a los ministriles de abajo —nuestros alcaldes— los elegimos nosotros directamente desde el underground o no.
Hay otras asignaturas colgadas, incluso, de cursos anteriores, como la de la transparencia; materia en la que los gestores vienen mostrando la misma opacidad que las aguas que hoy apenas murmuran a sus molinos. Está por ver todavía en cada gestión la misma transparencia que pudieron ver en el agua antiguos molineros desde sus casas, transparencia que refrescaba cada año el nacimientos helíaco de Sirio. Todo perdido.
Y hay más, algunas más. Y eso sin incluir lo que de forma más evidente está por terminar, ya saben, el tranvía y el desdoble de la carretera de Dos Hermanas. Y no se incluye porque esa materia ya la dieron por perdida, siendo asumida por espíritus privados (empresarios y ciudadanos); vamos a dejarlo claro, no vaya a ser que veamos algún día, por ventura, un tranvía entrando en Alcalá y tengamos que aguantar a algún servidor alcalareño de lo público colgándose un medallón.
Y, mientras se van recuperando materias, todavía habría que seguir desempolvando papeles sin dejar que se acumulen los nuevos. ¡Hay tanto trabajo que hacer!
Estamos en septiembre y, una vez que arranca el curso, no hay atisbo de fatiga ni hastío. Todo es propósito y buena intención. Vamos a dejarlo ahí... y a observar. Tendremos tiempo de recordar.
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